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lunes, 1 de julio de 2024

¡FELICES VACACIONES!

 

Queridos amigos, un año más os doy las gracias por vuestras visitas y comentario que me animan tanto para seguir con gana buscando siempre lugares que os gusten. Ahora toca hacer un descanso. Con estas fotografías de mi querida Barcelona, os deseo unas felices vacaciones de verano. 

¡Hasta septiembre amigos! 

viernes, 14 de junio de 2024

Monasterio de Santa María la Real de Huerta

 

El monasterio de Santa María la Real de Huerta es un cenobio cisterciense que se encuentra en la localidad de Santa María de Huerta, provincia de Soria (España). Son tierras de la antigua
frontera castellana entre el reino de Castilla y el de Aragón. El monasterio se construyó entre los siglos XII y XVI. Su fundación se debe al rey Alfonso VII, en cumplimiento de una promesa que hizo
en el cerco de Coria. Para este proyecto, el rey trajo en 1142, desde la abadía de Berdoues en Gascuña (Francia), una comunidad de monjes cistercienses, con su abad Rodulfo, que se alojó en un
edificio muy pobre construido en un paraje llamado Cántabos, situado en el municipio de Fuentelmonge. El lugar elegido tenía escasez de agua y se decidió un traslado a las tierras cercanas al río
Jalón, que se llevó a cabo en 1162. San Martín de Hinojosa fue el cuarto abad del cenobio. Fue nombrado obispo de Sigüenza pero renunció y regresó al monasterio, donde hizo grandes obras y
transformaciones hasta convertir el primitivo edificio en otro de mayores dimensiones y de verdaderos rasgos cistercienses, que todavía perdura. Alfonso VIII de Castilla puso la primera piedra de
esta nueva construcción el 20 de marzo de 1179. Se cree que las obras fueron realizadas bajo la dirección del maestro de la catedral de Sigüenza. Avanzaron muy deprisa gracias a la protección real y a
las abundantes donaciones. Uno de los grandes patrocinadores de este monasterio fue el arzobispo de Toledo, Rodrigo Ximénez de Rada, sobrino de Martín de Hinojosa. En su testamento firmado en
París en abril de 1201 dispuso que lo enterraran en dicho monasterio. A lo largo de los años este centro recibió muchas donaciones y limosnas, enriqueciendo constantemente su patrimonio. Muchos de
los concilios de la Orden del Císter se celebraron en este lugar. Patrocinadores importantes fueron los señores de Molina que eligieron el monasterio para su sepultura, incluyendo al primer titular
del señorío, el conde Manrique Pérez de Lara, así como su hijo Pedro, ambos enterrados, junto con otros miembros de su linaje, en el panteón de los condes de Molina ubicado en el claustro gótico.
También fueron bienhechores del monasterio los reyes de Aragón Alfonso II y Pedro II. En 1215, Martín Muñoz, mayordomo mayor de Enrique I y sobrino del abad Martín de Finojosa, costeó las obras del refectorio. En el siglo XVI obtuvo ayudas y beneficios de Carlos
I y Felipe II. Se levantaron otras construcciones y se agrandó el complejo monástico. En 1833, con arreglo a la Desamortización de Mendizábal, fueron expulsados los monjes y sólo quedó la iglesia como parroquia. Enrique de Aguilera y Gamboa, marqués Cerralbo, hizo un estudio exhaustivo de todo el monumento, haciéndose cargo de dar a conocer toda la historia y el inventario de las obras de arte. Gracias a su labor, este monasterio pudo salvarse de la ruina total. En 1882 fue declarado monumento nacional. Desde 1930 reside en el monasterio una comunidad de monjes de la Orden Cisterciense de la Estrecha
Observancia (OCSO). En la actualidad la comunidad está formada por unos 24 hermanos, y el Abad del monasterio es Dom Isidoro María Anguita. Todas las dependencias del monasterio (iglesia, claustro, huerta, panera (silo), bodegas, almacenes, campos de labor,
etc.) están rodeadas de un muro con ocho cubos almenados. En el siglo XVI se rehízo la entrada ennobleciendo la puerta en cuyo frontón puede verse una imagen de la Virgen. En 1771 la puerta fue
agrandada con un cuerpo superior que presenta otro frontón adornado con la jarra de azucenas, símbolo de pureza relacionado siempre con la Virgen María. La puerta da acceso a un atrio o plaza donde se encuentra a la izquierda la casa curato que en origen fue celda abacial, portería general y mayordomía. Enfrente está la fachada de la iglesia con un gran rosetón cuyos radios son columnillas, y una puerta de arco apuntado con molduras lisas y molduras de dientes de sierra. Los edificios que fueron monasterio propiamente dicho fueron construidos en el siglo XVI y sólo se conserva de finales del XII la cilla, el refectorio de conversos y la iglesia, con algunas modificaciones de otros siglos y reconstruida y recuperada recientemente. Fotos bajadas de Internet, si los autores no desean que estén en este espacio, les ruego me lo hagan saber y serán retiradas de inmediato, gracias.



jueves, 30 de mayo de 2024

Itálica (Santiponce)

 

Itálica es una antigua ciudad romana situada en el actual término municipal de Santiponce (Sevilla), en Andalucía. La ciudad romana fue fundada en el año 206 a.C., en un hábitat indígena de la Turdetania que se remonta al menos al siglo IV a.C. Dentro de su
término hay yacimientos y edificios de su ocupación muy anterior, entre ellos argáricos y griegos. Durante la etapa republicana fue una ciudad importante, y mucho más en la época imperial, aun cuando nunca fue capital de provincia ni de convento jurídico. A pesar de la
creencia general de que fue abandonada hacia el siglo IV, lo cierto es que sólo se abandonó la ampliación adrianea, replegándose la ciudad hacia algo más de su extensión primitiva, bajo el actual casco de Santiponce, donde continuó una vida de cierto prestigio en el Bajo
Imperio y la época visigoda. Son numerosos los restos de esta época, y consta que sus murallas fueron restauradas por Leovigildo en el año 583 en el marco de sus luchas contra Hermenegildo. Otra buena muestra de esta pervivencia y prestigio, al menos hasta el final del
siglo VII, es la presencia de obispos italicenses en varios concilios cristianos, siendo el último en el que se documenta uno de ellos, un tal Cuniuldo, el XVI de Toledo, en el año 693. Itálica llegó aún viva a la época musulmana, cuando varios autores árabes la mencionan
con el nombre de "Talikah/Taliqa" y existen algunos personajes conocidos con la nisba "al-Talikí" (también, aunque menos, han aparecido restos arqueológicos). De tal modo que no es hasta el siglo XII cuando debió de ser realmente abandonada, pasando a ser un
despoblado, llamado por los cristianos "Campos de Tal(i)ca" y también "Sevilla la Vieja". La historiografía moderna, desde Ocampo y Morales en el siglo XVI, siempre fue consciente de la importancia de la ciudad, así como del nacimiento  en ella de tres emperadores:
Trajano, Adriano y Teodosio, cantados por Rodrigo Caro en su famosa Canción (a los que aún habría que sumar al hijo mayor de éste, Arcadio)  Las ruinas fueron objeto de visita, admiración y desolación, de numerosos viajeros extranjeros, que dejaron por
escrito, y a veces dibujadas, sus impresiones. Todo su prestigio, historia y fama no bastaron, sin embargo, para salvarla de ser objeto de continuado expolio, y una permanente cantera de materiales desde la época árabe, incluso en la época ilustrada. En 1740 el
Ayuntamiento de Sevilla ordenó derruir los muros del anfiteatro para construir un dique en el Guadalquivir, y en 1796 aún se volaron zonas de la primitiva vetus urbs para construir el nuevo Camino Real de Extremadura. La primera norma legal de protección del
yacimiento se produjo el 9 de febrero de 1810, bajo la ocupación napoleónica, ordenando devolverle su viejo nombre de Itálica, y destinando un presupuesto anual para excavaciones regulares, que, sin embargo, no se llegaron a materializar hasta 1839-1840, y
debidas al empeño de un simple y desconocido funcionario. En 1873 los expolios seguían siendo vandálicos. Por Real Orden de 13 de diciembre de 1912 Itálica fue declarada Monumento Nacional, pero, tras otras normas menores, no ha sido hasta el Decreto 7/2001, de 9
de enero, de la Junta de Andalucía, cuando se han delimitado claramente la zona arqueológica de Itálica y los ámbitos de su protección efectiva. Sus ruinas son hoy un principal atractivo turístico a 7 km al norte de Sevilla y se está retomando su protección
con técnicas científicas de última generación. Itálica fue la primera ciudad romana fundada en Hispania y también fuera de territorio italiano. Al finalizar la Segunda Guerra Púnica en Hispania, Publio Cornelio Escipión el Africano asentó a los soldados heridos en una
ciudad turdetana preexistente -cuyo nombre original se desconoce-, en la zona alta del Aljarafe, en la ribera oeste del río Baetis, ubicada a medio camino entre las también ciudades turdetanas de Hispalis (Sevilla) e Ilipa (Alcalá del Río, SE), y seguramente portuaria. El texto de Apiano de Alejandría donde esto se relata, (Iberiké, 38) permite deducir que la procedencia de dichos soldados era fundamentalmente italiana, esto es, de unidades auxiliares itálicas, y de ahí el nombre elegido por Escipión: “Fue en esta época, poco antes de la Olimpíada 144, cuando los romanos comenzaron a enviar cada año a las naciones conquistadas de Hispania dos pretores, en calidad de gobernadores o supervisores del
mantenimiento de la paz. Escipión dejó allí un pequeño ejército, el más propio de un tiempo de paz, y avecindó a los soldados heridos en una ciudad que, del nombre de Italia, llamó “Itálica”: ésta fue la patria de Trajano y de Adriano, que más tarde llegaron a ser
emperadores de los romanos. Escipión por su parte regresó a Roma con una gran flota, magníficamente engalanada, y llena de cautivos, plata, armas y toda clase de botines. Posiblemente el estatuto jurídico de la ciudad, al poco de su fundación, fue el de colonia Latina, y la
planta de la ciudad original ya de tipo campamental (hipodámico), como era la costumbre en las colonias militares de la época en la propia Italia. Debió de ser al final de la última estancia en Hispania de Julio César, en el año 45 a.C., cuando Itálica obtuvo de él el status
jurídico de municipium civium Romanorum, posiblemente como recompensa por el apoyo de la ciudad frente a Pompeyo en la reciente guerra civil, aunque no acuñará moneda como tal hasta época de Augusto, cuando se creó una ceca donde eran acuñadas
monedas de bronce de distintos valores, con la efigie de Augusto y posteriormente de Tiberio en el anverso, mientras los reversos de estas amonedaciones son excepcionales en el panorama de las hispanas debido a la gran "romanidad" de sus temas. La ciudad alcanzó su periodo de mayor esplendor a finales del siglo I y durante
el siglo II, desde los reinados de Trajano y Adriano, los dos nacidos en Itálica, lo que reforzaría mucho el indudable prestigio que ya tenía en Roma la vetusta colonia hispana. Ambos emperadores, que sin duda debieron en buena parte su ascenso al trono al importante grupo de presión hispano existente en el senado romano desde al menos la
época de Claudio y Nerón, fueron particularmente generosos con su ciudad natal, ampliándola y revitalizando su economía. Adriano fue quien le otorgó el rango de colonia después de que los habitantes se lo solicitaran, el emperador además la embelleció con excelentes edificios públicos. Fotos bajadas de Internet, si los autores no desean que estén en este espacio, les ruego me lo hagan saber y serán retiradas de inmediato. Gracias.


miércoles, 15 de mayo de 2024

Miranda del Castañar

Miranda del Castañar es un municipio y localidad española de la provincia de Salamanca, en la comunidad
autónoma de Castilla y León. Se integra dentro de la comarca de la Sierra de Francia. Pertenece al partido
judicial de Béjar y a la Mancomunidad Sierra de Francia. Su término municipal está formado por un solo núcleo de
población, ocupa una superficie total de 21,07 km² y según los datos demográficos recogidos en el padrón
municipal elaborado por el INE en el año 2017, cuenta con una población de 416 habitantes. Esta población
nació en el siglo XII con la orden Hospitalaria de Jerusalén, y se consolidó tras la repoblación de Alfonso
IX de León en el siglo XIII, que hizo de Miranda la capital administrativa de la Sierra de Francia, al convertir este
rey de León en 1213 a Miranda en villa y concejo, del que dependían la mayoría de los pueblos serranos. Hay constancia de que en 1282 ya era señor de Miranda el infante Pedro, hijo de Alfonso X el Sabio y de Violante de Aragón. El infante Pedro también fue señor de Ledesma, Cabra, Alba de Tormes, Montemayor del Río, Salvatierra, Galisteo y Granadilla, y también poseía toda la ribera del Río Coa y las villas de Sabugal, Castelo Rodrigo, y Alfaiates, que actualmente forman parte de Portugal. A la muerte del
infante Pedro, que falleció en octubre de 1283, la mayoría de sus señoríos fueron heredados por su único hijo legítimo, Sancho el de la Paz, que falleció en 1312 sin dejar descendencia legítima, por lo que a su muerte todos ellos, incluyendo los de Miranda del Castañar y Ledesma, volvieron a la Corona, durante el último periodo del reinado de Fernando IV de Castilla, que era primo carnal de Sancho el de la Paz. Posteriormente, en 1423, el rey Juan
II donó la villa de Miranda del Castañar a Pedro de
Zúñiga  y, en 1457, el rey Enrique IV creó el condado a favor de su hijo, Diego López de Zúñiga. El condado pasó a la Casa de Alba en el siglo xix debido al matrimonio entre el XV duque de Alba y Francisca de Sales Portocarrerro Palafox y Zúñiga, XVIII condesa de Miranda del Castañar. Con la creación de las actuales provincias en 1833, Miranda del Castañar pasó a integrarse en la de Salamanca, dentro de la Región Leonesa. El casco histórico de la villa fue declarado
conjunto histórico artístico —antecedente de la figura de bien de interés cultural en la categoría de «conjunto histórico»— el 8 de marzo de 1973. La población se asienta sobre una loma coronada por un castillo con recinto amurallado, que aún conserva sus cuatro puertas. Al sur y al este, se encuentran las Puerta del Postigo y Puerta de San Ginés, respectivamente. Al oeste, la de Nuestra Señora de la Cuesta, patrona de la localidad, cuya fiesta se celebra entre el 8 y el 9 de septiembre. Y, al norte, la Puerta de la Villa. El castillo
de los Zúñiga o de los condes de Miranda del Castañar: situado al este, es uno de las mejor conservados de la provincia, y se distribuye a lo largo de una planta de trapecio irregular, con cubos en los ángulos, donde se abren ventanas geminadas. Fue reconstruido a principios del siglo xiv sobre un castillo anterior del siglo xii, junto con parte del recinto en 1451, según reza la inscripción que, sobre un blasón de los Zúñiga, se halla en la cara oriental, coincidiendo con la señorialización de la
villa.  Al exterior, de la fortaleza, aún se conservan exentas las murallas, mientras que en el interior el acceso al camino de ronda, respetado en su mayor parte, presenta algunas pasarelas. El castillo nuevamente pertenece a manos privadas tras la donación a la Villa realizada en 1954 por Cayetana Fitz-James Stuart, duquesa de Alba, que además poseía el título de XIX condesa de Miranda del Castañar. Fotos bajadas de Internet, si los autores no desean que estén en este espacio les ruego me lo notifiquen y serán retiradas de inmediato, gracias.