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viernes, 13 de julio de 2012

La Cruz del Diablo de Cuenca



                                           
Cuenta una antigua leyenda que hace mucho, mucho tiempo, vivía en la histórica ciudad de Cuenca un joven muy agraciado, hijo del oidor de la villa. Este muchacho traía a todas las jóvenes de la ciudad de cabeza. Las seducía sin ningún tipo de escrúpulos intentando conseguir de ellas todos los favores carnales necesarios para saciar su sed y posteriormente las dejaba tiradas sin ningún tipo de remordimiento.
Evidentemente ademas de guapo el joven tenía grandes dotes oratorias, por tanto eran pocas, por no decir ninguna, las féminas que se resistían a sus encantos.
Un día llegó a la ciudad una forastera. Una joven tan bella que tanto hombres como mujeres no podían evitar mirarla cuando paseaba coqueta por las calles. Diana, que así se llamaba, se convirtió en pocas semanas en la sensación, y como no el joven mujeriego se fijó en ella. Embelesado por sus más que evidentes encantos, el joven decidió hablar con la doncella para llevársela a su terreno y conseguir una nueva conquista, la más codiciada de la ciudad. Diana, que no era tonta,se dio cuenta de las intenciones del joven. Es por eso que una y otra vez lo rechazaba sin miramiento. El joven no se daba por vencido, cada día inventaba nuevas argucias para conquistarla, no obstante el resultado siempre parecía ser una rotunda negativa.
Una mañana en la víspera de todos los santos, cuando el joven había llegado a la cima de la desesperación, recibió una carta de su amada Diana en la lo que lo citaba en la puerta de la Ermita de las Angustias. En esa carta la joven aseguraba que sería suya en la noche de los difuntos en ese mismo lugar.
Esa noche el joven no podía estar más emocionado. por fin iba a culminar su tortuoso camino de conquista. así pues, a pesar de que comenzó a llover y tronar, el joven se presentó rápidamente en el lugar en el que la muchacha lo había citado. Cuando llegó encontró a Diana con las más hermosas prendas. El joven enloqueció de pasión, comenzó a besar cada centímetro de su piel hasta que finalmente, preso por la lujuria, intentó arrancar parte de su vestimenta.
Los truenos seguían azotando Cuenca cuando la joven levantó su falda y el joven comenzó a desabrochar sus chapines altos, justo en ese momento un rayo iluminó la noche, y los pies de Diana se convirtieron en pezuñas. El muchacho miró aterrorizado a su amada, la cual se había convertido en el mismísimo Diablo, el cual no dejaba de soltar estrepitosas carcajadas.
El joven salió corriendo gritando hasta que llegó a la cruz que había justo a la puerta de la Ermita. Se abrazó a ella esperando que Dios lo salvara de esa bestia. El diablo lo persiguió y justo en el momento  en que se abrazó a la cruz le propinó un zarpazo que le rozó el hombro y que se quedó plasmado en la piedra de la cruz. 
Cuando abrió los ojos, el Diablo ya no estaba allí, pero el zarpazo había quedado grabado en la cruz de piedra de la Ermita. Un zarpazo que a día de hoy se puede apreciar cuando visitamos esta Ermita de Cuenca.


6 comentarios:

  1. Hace dos años estuve en Cuenca visitando un poco la ciudad y alrededores, pero no sabía esta historia. Cuando vuelva visitaré esta ermita.
    Una historia muy buena y llena de moraleja.
    Un abrazo.

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    1. Hola Pedro Luis: yo he visitado dos veces Cuenca pero nunca me han hablado de esta historia, la próxima vez que la visite trataré de ir a ver esa huella.
      Un abrazo.

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  2. GRAN HISTORIA NOS CUENTAS, MUCHO PARA PENSAR.
    ES ALUCINANTE TODO EL RELATO QUE NOS DEJA CON DESEOS DE VISITAR ESOS LUGARES.
    LÁSTIMA QUE ESTOY EN ARGENTINA.
    UN BESO GRANDE.
    FELIZ FIN DE SEMANA

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    1. Luján: aunque estés lejos de España siempre existe la posibilidad de venir a visitar Cuenca y los múltiples lugares que tiene mi país.
      Un abrazo.

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  3. Hola, pues me has dejado hasta el final, prendida como una novela, esperando el final. Pensé que la encontraría muerta, !pero vaya vivo que apareció, nada menos que el diablo!
    Conozco Cuenca, hace más de 20 años que la visité y me encanto. España es hermosa.
    Con ternura te dejo un beso
    Sor.Cecilia

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  4. Caray Conchi! Se me han puesto los pelos como escarpias, no conozco Cuenca pero me encantaría ver esa cruz de la que hablas. Un besote

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