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domingo, 14 de mayo de 2023

Calaceite

Calaceite es un municipio de la comarca de Matarraña, en la provincia de Teruel, comunidad autónoma de Aragón, España. El pueblo de Calaceite se encuentra situado en la carena de una loma que forma la divisoria de aguas entre el río de Algars y el Matarraña, en el cual sobresalen los cerros de San Antonio, de San Cristóbal y
del Castillo. El núcleo más antiguo se formó alrededor del antiguo castillo, del cual no quedan restos visibles, donde se edificó también la primitiva iglesia de San Pedro, parece ser que en el mismo lugar donde se encontraba la antigua mezquita. El término municipal de Calaceite es especialmente rico en yacimientos arqueológicos. Ello
se debe en gran parte a los trabajos del arqueólogo calaceitano Juan Cabré, que descubrió entre otras las pinturas rupestres de Roca de los Moros, en el barranco del Calapatá de Cretas. Esto atrajo la atención de otros investigadores, como Pere Bosch i Gimpera o Henri Breuil, que dieron lugar al descubrimiento de las pinturas de Vallrovira o el
sepulcro colectivo del neolítico en Cañaret de Pallisetes en 1919. De la época de la Edad del bronce se ha encontrado diverso instrumental especializado, a veces decorado con motivos simbólicos.  Pero los restos más abundantes son del período ibérico. El yacimiento más importante es el poblado ibérico de San Antonio, a 1 km al sur de la
villa, excavado por Juan Cabré, y más tarde por Pere Bosch i Gimpera, entre los años 1903 y 1919, que localizó los poblados que denominó Les Ombries, Els Castellans y la Torre Cremada. Buena parte de los materiales que se han encontrado están en el Museo Arqueológico de Barcelona. El poblado estuvo habitado desde el
siglo V a. C. hasta el siglo III a. C. En la necrópolis del llano de Les Ferreres se encontró en 1903 un famoso timiaterio ibérico de bronce de gran valor, conservado en el Museo Arqueológico de Madrid. Por lo que hace referencia a los restos de época de dominación islámica, solo se han encontrado escasos restos en las partidas del Molino
Nuevo y del Molino Viejo, en los azudes que dan la entrada de agua de las acequias que riegan las huertas. En 1132 Alfonso I de Aragón conquisto Calaceite a los árabes, los cuales volvieron a recuperarla hasta que la volvió a conquistar Ramón Berenguer IV en el 1149 con la ayuda de Bernat de Cambrils, que rápidamente actuó como primer
señor del lugar. Aunque parece ser que la conquista definitiva la realizó Alfonso II el casto entre 1168 y 1169. Heredaron los derechos señoriales de Bernat de Cambrils su hijo y su yerno Rollan de Cambrils y Dalmau Cañelles. El 1209 los señores de Cambrils retornaron sus derechos señoriales sobre Calaceite al rey Pedro II el
católico, el cual los otorgó al obispo de Tortosa (Corona de Aragón). En el 1271 la orden de Calatrava adquirió el dominio sobre Calaceite. La orden, con la finalidad de atraer nuevos pobladores a la villa, otorgó una interesante carta de población en la que se concedían una serie de derechos y privilegios y se constituía la base
del futuro gobierno municipal. En el año 1442 Calaceite pasó a manos del capítulo y obispo de Tortosa hasta el 1823. A mediados del siglo XVII, época de guerras, enfermedades y calamidades como la peste del 1625, sequía y mortalidad de entre 1646 y 1649..., la villa al inicio de la Sublevación de Cataluña (1640), fue hostil, como
Tortosa, a las tropas francocatalanas, las cuales saquearon e incendiaron la villa, incluso robaron el reloj de la torre del antiguo templo, produciéndose una reducción de la población. A pesar de esta época de guerra y calamidades, a partir del fin de siglo se inició una reanimación y una época de transformaciones. El comercio del
aceite era próspero y los arrieros llevaron los productos hasta lugares lejanos. Las ferias de Santa Lucía adquirieron gran importancia y acudía gente de toda la comarca y también de las vecinas. Fue también una época de importantes construcciones, como la actual iglesia y las capillas de la Madre de Dios del Pilar y de San Antonio.
Esta época de prosperidad se cortó a principios del siglo XVIII con la guerra de Sucesión. Calaceite se decantó por el bando del archiduque Carlos y las fuerzas de Felipe V prendieron a sangre y fuego la villa, muriendo muchos de sus defensores y arruinando de nuevo la población. El siglo XVIII fue económicamente positivo y,
en el inicio del siglo XIX, la Guerra de la Independencia Española no tuvo una incidencia importante en Calaceite, exceptuando las fuertes contribuciones que tuvieron que pagar a los franceses y a las tropas del país. Fotos bajadas de Internet, si los autores no desean que estén en este espacio les ruego me lo hagan saber y serán retiradas de inmediato. Gracias.


domingo, 30 de abril de 2023

Monasterio de Santa María de Guadalupe

 

El Real Monasterio de Santa María de Guadalupe es un monasterio del s. XIV situado en la localidad española de Guadalupe, en la provincia de Cáceres. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1993. En su interior se aprecia el estilo gótico,

mudéjar, renacentista, barroco y neoclásico. Antes de la ampliación monástica, el santuario se mantuvo como priorato secular durante cuarenta y ocho años en los reinados de Alfonso XI de Castilla y Enrique II de Castilla, bajo patronato real y señorío civil. En 1389
pasó a ser monasterio, según una real provisión expedida por Juan I de Castilla. Sus nuevos moradores fueron los monjes de la Orden Jerónima, una comunidad de 32 miembros procedentes de San Bartolomé de Lupiana (Guadalajara). En 1835 tuvo lugar la
exclaustración, quedando la iglesia para uso de parroquia dependiente de Toledo. Años después se declaró al conjunto Monumento Nacional (1879). Alfonso XIII consignó una Real Orden para la entrega del santuario a los frailes franciscanos, con lo que
comenzó una nueva etapa. Pío XII, en 1955, encumbró el santuario a la condición de basílica. En su interior se custodia la imagen de la Virgen de Guadalupe (Extremadura, España), Patrona de Extremadura y Reina de la Hispanidad. Los orígenes de la iglesia del
monasterio como santuario dedicado a la Virgen de Guadalupe tiene una estrecha relación con el reinado de Alfonso XI. Hubo un monje llamado Diego de Écija que escribió una crónica del monasterio entre los años 1467-1534 con el título de Libro de la invención de
esta Santa Imagen de Guadalupe y de la erección y fundación de este monasterio; y de algunas cosas particulares y vida de algunos religiosos de él. Según fray Diego, el origen fue una capilla o eremitorio que se levantó a raíz de la aparición de la imagen a un
pastor de nombre desconocido, en los albores del siglo XIV. Siglos después, en 1743, el monje llamado Francisco de San José puso nombre al pastor de la leyenda identificándolo con Gil Cordero de Santa María, uno de los primeros pobladores del lugar. Siguiendo la
narración del cronista, sobre el sitio del humilde eremitorio se levantó una iglesia pequeña en los primeros años del siglo XIV; fue el edificio que conoció el rey Alfonso XI en 1330 y que por entonces ya estaba ruinoso. El rey mandó agrandarlo y ampliarlo para que se
transformara en un templo digno de la devoción de la Virgen de Guadalupe, con el añadido de hospitales para los numerosos peregrinos que allí acudían. En seis años se hicieron las ampliaciones y arreglos oportunos bajo la supervisión de Toribio Fernández que
era el procurador del cardenal Pedro Gómez Barroso. Para su reconstrucción se aplicó el estilo mudéjar toledano. A raíz de la victoria obtenida en la batalla del Salado, el rey Alfonso XI visitó de nuevo el lugar para ofrecer a la Virgen de Guadalupe su
agradecimiento. Esta segunda visita tuvo una importante repercusión en el devenir del santuario. El rey hizo donación de varios trofeos obtenidos en la batalla y además dictó un real privilegio en 25 de diciembre de 1340 en el que se exponían dos peticiones a la
autoridad eclesiástica: la creación de un priorato secular y la declaración de patronato real. La respuesta no se hizo esperar y el 6 de enero de 1341, el obispo de Toledo Gil Álvarez de Albornoz redactó un documento por el que se instituía el priorato secular de
Santa María de Guadalupe y se reconocía el patronazgo en la figura del rey y de sus sucesores. A continuación el rey propuso como primer prior al cardenal de Curia y Corte Pedro Gómez Barroso, que fue también obispo de Cartagena en 1326. Este cardenal fue el
principal custodio del santuario. Por su intervención, Alfonso XI mandó que se establecieran los límites, en una carta escrita en Illescas en 1337. El siguiente paso fue el amojonamiento de la puebla y el santuario tras lo cual quedó Guadalupe independiente y
emancipada de Talavera de la Reina. Pedro Gómez Barroso murió en Aviñón en 1345 y el rey presentó a su sucesor Toribio Fernández de Mena; con este motivo hubo una confirmación de las concesiones de priorato y patronazgo expedida en el mes de agosto, firmada en el monasterio del Paular. En octubre el arzobispo Gil Álvarez de Albornoz ratificó la confirmación. En ese mismo año hubo otro acuerdo: Alfonso XI cambió sobre la puebla la condición de realengo por la de señorío civil, de manera que pasó a ser propiedad de la autoridad eclesiástica, es decir del prior secular. El prior Toribio murió en 1367 y fue enterrado en la iglesia de Guadalupe. Le sucedió Diego Fernández cuyo mandato coincidió con el reinado de Enrique II y de Juan I. A Diego Fernández le sucedió Juan Serrano en 1383, que fue el último de los priores seculares. A los seis años de su priorato, en
1389, hizo entrega del santuario a la orden jerónima y marchó a ocupar su nuevo puesto como obispo de Segovia. Durante estos 48 años de priorato secular, el santuario creció en importancia,
especialmente por la devoción a la Virgen de Guadalupe muy extendida por todo el reino. Fotos bajadas de Internet, si los autores no desean que estén en este espacio, les ruego me lo hagan saber y serán retiradas de inmediato. Gracias.



sábado, 15 de abril de 2023

Murallas de España V

Muralla de Tarragona

Es la construcción más antigua de la Tarraco romana. En un primer momento se trataba de una simple empalizada de madera que tenía como misión proteger la guarnición militar. La muralla romana se construyó a fines del siglo III a.C., aunque los especialistas aún no se han puesto de acuerdo de si fue durante la segunda guerra púnica o posteriormente. Se sabe que sufrió una ampliación a lo largo del siglo II a.C., seguramente durante la formación de la ciudad romana de Tarraco. De esta época se conservan tres torres originales: la de l'Arquebisbe, la del Cabiscol y la de Minerva. En el 217 y el 197 a. C. fue ampliada y fortalecida con un frontal de piedra de 6 metros y unos 4,5 metros de grosor, con torres en los puntos débiles. Tenía una longitud hacia el siglo III a. C. de unos 4 km. Sin embargo, en la actualidad sólo se conserva alrededor de 1 km y una puerta adovelada original. Después de la invasión islámica, Tarraco sufrió un despoblamiento paulatino y no fue hasta la ocupación de Ramón Berenguer IV, en el siglo XII que la muralla fuese reutilizada y reparada.
Murallas de Toledo

Las murallas de Toledo son a partir de la época islámica cuando hay vestigios y documentación de su existencia. Su trazado fortificado coincide con el que se mantiene en la actualidad. Cuenta con todos los elementos que aseguraban entonces su defensa como torres, puertas (Cambrón, Bisagra, Valmardón, Alcantara, Alfonso VI...etc.) corachas, puentes y pequeños reductos fortificados de su entorno. Se observa aún hoy en día que el trazado de estas defensas se adecuaba al esquema hispano-musulmán con su alcazaba, medina y arrabales, cada uno de ellos con sus respectivos recintos amurallados. Se utiliza en la construcción de las murallas el aparejo islámico con sillares graníticos de dimensiones variables procedentes de construcciones anteriores (épocas romana y visigoda), además de otros elementos, fruto de las numerosas reparaciones que han experimentado las defensas posteriormente. Los lienzos están formados por doble paramento, rellenos de otras piezas de diferente tamaño trabados con argamasa de cal y arena. Sus torres tienen planta cuadrada o rectangular.
Muralla de Béjar

El recinto amurallado antes era estrecho y largo, debido a la orografía del terreno, se conserva en la actualidad bastante bien toda la parte occidental, con la Puerta del Pico a su extremo, que se reduce a un arco agudo de sillería y cubo pequeño a su izquierda; a lo largo de la banda meridional, queda otra puerta: la de San Pedro o San Antón, entrada muy usual en el Medievo. Hubo otra hasta fecha reciente, la de la Traición que fue indebidamente derribada para dar paso a la carretera de circunvalación, y aún en Barrioneila se conservaba hasta hace poco un postigo. Repoblada la villa por Alfonso VIII, en los finales del siglo XII, y alejado el peligro de la guerra hacia el sur, ordenó la ampliación de dichas defensas y dotó a la ciudad de una nueva cerca que, partiendo de la anterior, seguía un trazado similar, esto es, largo y estrecho, que cerraba en la llamada Puerta de la Villa (hoy de Ávila), que persistió hasta los años finales del siglo XIX y de la que se conservan fotografías. En ellas se observa la transformación o restauración de la puerta en el siglo XVI, ya en el periodo de señorío de los Zúñigas.
Muralla de Plasencia

La muralla de Plasencia es una cerca militar medieval, que rodea el casco histórico de la ciudad de Plasencia, situada en la provincia de Cáceres, comunidad autónoma de Extremadura, España. Fue construida a finales del siglo XII con fines defensivos, siendo su principal promotor Alfonso VIII de Castilla, quien en 1186 fundó la ciudad para defender tanto su frontera meridional con los territorios andalusíes como su frontera occidental con el reino de León. Aunque en los períodos del Renacimiento y Barroco se llevaron a cabo innovaciones artísticas en sus puertas de acceso, el resto de la muralla se conserva casi intacta desde sus orígenes, cercando todavía en la actualidad el acceso al recinto intramuros. El objetivo de Alfonso VIII era hacer de Plasencia una ciudad-fortaleza, capaz de hacer frente a musulmanes y leoneses. Por ello, la muralla consta de un doble sistema defensivo, con un paño alto, de gran grosor, y una barbacana exterior, más baja, separados entre sí por un foso. Fotos bajadas de Internet, si los autores no desean que estén en este espacio, les ruego me lo hagan saber y serán retiradas de inmediato. Gracias.




jueves, 30 de marzo de 2023

Jardines de Aranjuez

Los jardines de Aranjuez son un conjunto de bosques y parques ajardinados y ornamentados situados en la ciudad española de Aranjuez, en la Comunidad de Madrid. Los jardines, que están al

cuidado de Patrimonio Nacional, forman parte del Paisaje cultural de Aranjuez, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2001. El conjunto de jardines alberga una amplia colección botánica,
con un buen número de especies, subespecies y rarezas, en la que también destaca su altura y su antigüedad, con ejemplares en torno a los 50 metros de altura y más de 200 años. Así, albergan más de 400
especies arbóreas y arbustivas y acogen 28 árboles catalogados como singulares por la Comunidad de Madrid. Entre estos sobresale un ejemplar llamado Plátano de la Trinidad que, con 220 años de edad y
47 metros de altura, es el árbol más alto de la Comunidad de Madrid. Entre las especies presentes destacan pacano, ahuehuete, palmera chilena, caqui de Virginia, árbol del estoraque, plátano (Platanus
oriéntales, Platanus occidentales y Platanus  hispánica), castaño de Indias de flor amarilla, castaño de Indias de flor roja, almez de azúcar, macasar, espino escarlata, árbol de San Andrés, cafetero de
Kentucky, tulípero de Virginia, naranjo de Luisiana, magnolia estrellada, meta secuoya, árbol del hierro, paulonia imperial, pino de Chipre, tilo plateado y zelkova japonesa. Considerados los más
bellos de su época, han servido de inspiración a artistas como el compositor Joaquín Rodrigo o el pintor Santiago Rusiñol. Son varios los jardines históricos que rodean al Palacio Real de Aranjuez, cada
uno representativo de un tipo de un estilo según la época y el gusto del monarca que ordenó su creación. Están abiertos al público durante todo el año, desde la 10:00 hasta el atardecer. El Jardín del
Príncipe, capricho de Carlos IV, fue creado siguiendo el modelo paisajista que dominaba en el resto de Europa. Es el más grande de Aranjuez y alberga el Museo de Falúas y la Real Casa del Labrador.
En su interior podremos contemplar fuentes esculpidas en mármol de Carrara. El jardín de la Isla es una muestra única de jardín renacentista español y fue ordenado por Felipe II. La isla es una
amplia zona verde  que alberga cantidad de árboles, anchas avenidas y varias fuentes de piedra y mármol representando figuras y escenas mitológicas. Destaca por las fuentes decorativas que se encuentran
en sus paseos, también sobresale la Cascada de las Castañuelas. El jardín  del Parterre, responde al tipo de jardín inglesado bajo y el emplazamiento de sus fuentes data de la época de Fernando VII. En
el interior del jardín destacan tres fuentes: La primera dedicada a Hércules, detrás de ella la de Ceres y al final la de las Nereidas. A su izquierda está el pequeño Jardín de las Estatuas. El Jardín de Isabel
II, fue ideado para rellenar un pequeño terreno sin utilizar de tal forma que fuera visible desde el palacio. Años después, se colocó una estatua de bronce para conmemorar el ascenso al trono de Isabel
II. Fotografías bajadas de Internet, si los autores no desean que estén en este espacio, les ruego me lo hagan saber y serán retiradas de inmediato, gracias.