Sobresale su conjunto de edificios románicos, formado por los 23 templos del término municipal y las 14 iglesias del casco histórico, datos que sitúan a Zamora como la ciudad de mayor número y calidad de templos románicos de Europa, habiéndose solicitado su
declaración como Patrimonio Europeo. Este patrimonio románico consta, además de la catedral (que presenta un cimborrio con decoración exterior de escamas), de otras veinticuatro iglesias, un castillo, murallas, un puente, dos palacios y nueve casas, razón por la
cual Zamora está considerada "la ciudad del Románico". Un total de quince templos están declarados Bien de Interés Cultural, incluidos algunos de estilos posteriores. Por otro lado, es asimismo significativo su conjunto de edificios modernistas (diecinueve en
total) el único de la España interior junto con el de Teruel. El núcleo principal del casco urbano –con una disposición muy alargada y en buena parte rodeado por murallas– se alza sobre una amplia meseta rocosa (la "peña tajada" de la que habla el Romancero Viejo) de 26 a
32 metros de altura, emplazada al borde del río Duero, que la ciñe por el sur, características que le valieron el sobrenombre de "la bien cercada". La altitud es de 652,6 msnm. La ciudad fue fundada a inicios de la Edad del Bronce, siendo posteriormente ocupada
durante la Edad de Hierro por el pueblo celta de los vacceos, que la denominaron Ocalam. El asentamiento inicial se produjo en la almendra delimitada por el Castillo y la costanilla de San Ildefonso, un emplazamiento estratégico al tratarse de una meseta rocosa
defendida por el río Duero, en la que se ubicó un castro. El poblamiento se mantuvo durante el Imperio romano. De hecho, con frecuencia se la ha identificado con la importante mansio y civitas de "Ocelo Durii" (Ojo del Duero). Según algunos tal población
correspondería en realidad con la actual Villalazán, doce kilómetros al este, también a orillas del Duero, y por la que transcurría la Vía de la Plata. Según otros estudiosos, en cambio, sí que se asentaría en Zamora capital. A pesar de que hasta ahora no hayan aparecido en la
ciudad restos arqueológicos de entidad correspondientes a este periodo (lo que no descarta posibles sorpresas futuras si se hicieran más excavaciones, como ocurrió recientemente con el destacado yacimiento de cerámica musulmana hallado en el solar en el que se
ubica la sede del Consejo Consultivo de Castilla y León), la toponimia sería un argumento en favor de la capital zamorana, ya que "Okelo Duri" originalmente significaba peñasco prominente (las Peñas de Santa Marta) y por otra parte en la orilla opuesta del río se
sitúa el barrio de San Frontis, nombre de origen romano, "sub frontis pontis", por debajo del puente. Precisamente a esa altura del cauce estuvo en pie hasta 1310 el Puente Viejo o de Olivares, del que aún existen algunos restos visibles. Además existe un mapa tardorromano
en el que aparece el término "Okelo Duri" que se correspondería con Zamora. La primera referencia documental que se tiene de la ciudad aparece en el Parrochiale Suevum del año 569, en las que se la cita con el nombre de "Senimure", incluida en la diócesis de Asturica,
perteneciente al Reino Suevo. Así aparece también en unas acuñaciones de monedas de Sisebuto en el siglo posterior. Los nombres árabes de la ciudad fueron "Azemur" (olivar silvestre) y "Semurah" (ciudad de las turquesas. Durante la Edad Media, Zamora
volvió a ser tomada y destruida por los musulmanes al mando del emir Mohamed y después reconquistada por los cristianos en el reinado del rey Alfonso II de Asturias, el Casto, siendo de nuevo fortificada. El rey Alfonso III de Asturias, el Magno la repobló con
mozárabes toledanos en 893, rodeándola de murallas y dotándola incluso de palacios y baños, convirtiéndose, por su emplazamiento y características, en la ciudad fortaleza más importante de los reinos cristianos. La repoblación de la ciudad de Zamora fue descrita por
Isa ibn Ahmad al-Razi de la siguiente forma: "dirigiose Alfonso hijo de Ordoño, rey de Galicia, a la ciudad de Zamora, la despoblada, y la construyó y la urbanizó, y la fortificó y pobló con cristianos, y restauró todos sus contornos. Sus constructores eran gente de Toledo,
y sus defensas fueron erigidas a costa de un hombre agemí de entre ellos. Así, pues, desde aquel momento comenzó a florecer la ciudad, y sus poblados se fueron uniendo unos a otros, y las gentes de la frontera fueron a tomar sitio en ella. El periodo comprendido entre
los siglos X y XIII es el de mayor relevancia de Zamora dentro del contexto hispánico. La batalla de Simancas (939) dio a Ramiro II de León el control de los valles del Duero y del Tormes, convirtiéndose la capital zamorana (por su posición y su ventajoso emplazamiento,
en lo alto de una meseta rocosa al borde del río) en una de las principales plazas fuertes que aseguraban la frontera. Su importancia fue decayendo sin embargo a partir de la batalla de las Navas de Tolosa (1212), que abrió el sur peninsular a los reinos cristianos,
perdiendo con ello Zamora su trascendencia estratégica. Zamora fue una de las plazas más importantes del Reino de León, del que formó parte. Además inició la etapa de mayor esplendor político, económico y arquitectónico. El paulatino desplazamiento de la frontera hacia el sur, del Duero al Tormes, favoreció este progreso, solo quebrado por las aceifas de Almanzor. Muhammad ibn 'Abd-Allah ibn Abū 'Āmir (en árabe محمد بن عبد أبو عامر ), llamado Al-Mansūr (المنصور) (españolizado Almanzor), el Victorioso, lanzó en 981 un primer ataque contra la ciudad, que fue arrasada. En 986 rompió hostilidades con el rey Bermudo II, atacando Coímbra al año siguiente (dejándola de tal manera que durante siete años estuvo desierta) y dirigiéndose contra el propio
León en 988, destruyendo todo lo que encontraba a su paso. Bermudo se refugió en Zamora pero nada pudo contener el avance enemigo. León, después de resistir cuatro días, fue asaltado, saqueado, incendiado y sus murallas destruidas, Zamora capituló y Bermudo hubo de huir a Galicia. En 997 Zamora volvió a sufrir la
acción del musulmán, pues en su camino hacia Santiago de Compostela arrasó de nuevo la ciudad, además de León y Astorga. "Zamora la bien cercada" la llamó Fernando I de León, el Magno. Este monarca la reconstruyó en 1055, la repobló con montañeses y amuralló nuevamente, para cedérsela luego a su hija Doña Urraca. Fotos bajadas de Internet, si los autores no desean que estén en este espacio les ruego me lo hagan saber y serán retiradas de inmediato. Gracias.